De hecho, todo lo que vemos es una ilusión óptica, porque la visión no es sino una reconstrucción que la mente hace de la realidad. Según parece, el cerebro, programado para esperar ciertas cosas de la realidad, compara todo lo que ve con ese conocimiento innato y luego saca sus conclusiones. Además, continuamente van adquiriéndose otros conocimientos que, junto con el innato, el cerebro utiliza para analizar lo que percibe y lograr una paulatina comprensión de la realidad.
Pero ¿qué sucede cuando el cerebro saca conclusiones falsas? ¿Cometió algún error? No forzosamente. En la mayoría de los casos, el cerebro procesó bien los datos visuales, pero éstos eran equívocos.
Muchas ilusiones ópticas dependen de cómo se miren las cosas, como ocurre con el conocido dibujo que es a la vez una joven y una anciana: visto de cierto modo, no hay duda de que es una joven muy guapa; pero si se enfoca la vista de otra manera, el mentón de la joven se vuelve una nariz enorme y aparece la anciana. En otra ilusión óptica, lo primero que se ve es una vasija blanca contra un fondo negro, pero luego éste se convierte en los perfiles de dos rostros, uno frente al otro, contra un fondo blanco.
En ambos casos, el artista ideó la forma de proporcionar datos visuales equívocos, ambiguos: cada cual ve lo que quiere ver.